Autora: Almudena Grandes
Año: 2006
Esta extensa y grandísima novela es muchas cosas en sí misma, por ello, me resulta muy complicado resumir mis impresiones, sin dejar muchas cosas en el tintero. .
La novela tiene una serie de historias y tramas que convergen en torno a dos personas, Álvaro y Raquel, que se conocen cuando en el entierro del padre de él, un rico hombre de negocios madrileño, la descubre allí, en un lugar en el que una desconocida como ella estaba de más, salvo por alguna oculta razón que Álvaro desconoce. El conocimiento de estos motivos les envolverá en una historia cuyas consecuencias serán insospechadas porque, como se repite en la novela, el todo sólo es igual a la suma de las partes cuando éstas no interaccionan entre sí.
Me ha encantado la manera en que se construye una difícil historia de amor, con muchas luces y muchas sombras, en la cual hay muchos actores secundarios cuya existencia es la que ha permitido que dicha historia comenzase pero que está claramente desequilibrada porque sólo una de las partes es consciente de su existencia. La llegada a un punto de la relación en el que las sombras deben salir a la superficie pese a que, en ese punto sería mejor que nunca hubieran existido, es el principal aliciente de la narración porque, a la vez que esta historia va avanzando, vamos conociendo más y mejor a los actores secundarios.
Así el relato va intercalando la historia de Álvaro y Raquel, en 2005, con la de parte de su árbol genealógico, en pasajes en que los actores secundarios del tiempo presente, se convierten en actores principales de sucesos acontecidos en la Guerra Civil española, en la Segunda Guerra Mundial, en el exilio en Francia tras estas contiendas bélicas, o en la llegada de la democracia a España.
La novela es muy extensa y he de decir que, en determinados momentos, hacia la mitad del relato, cuando se profundiza en determinados acontecimientos de la vida de los antepasados de los protagonistas, se hace un poco densa. Sin embargo, a partir de la mitad del libro, todo transcurre de modo más fluido e imparable hacia la resolución final. Digo de modo fluido, aunque no es un término compatible con el rico y delicado estilo de la autora, incapaz de describir los hechos sin darle una envoltura bella y profunda que, en ocasiones, puede ser incompatible con la intriga generada en los lectores menos pacientes.
Otros elementos característicos del estilo de la autora son los continuos saltos temporales en períodos de tiempo cercanos, que pueden causar cierta confusión o la intercalación de los diálogos reales con los propios pensamientos de alguno de los interlocutores, elemento estilístico que personalmente me parece original y enriquecedor. Otro rasgo típico de la autora es que determinados personajes se presentan en la novela pero es necesario avanzar en ella hasta poder llegar a conocerlos bien, lo que puede hacernos creer que se nos han pasado por alto cosas de ellos cuando todavía eran unos desconocidos para nosotros.
Los personajes están muy bien caracterizados, el lector tiene la impresión de conocerlos bien a todos ellos, especialmente a los fundamentales, a pesar del gran número de personajes que, en mayor o menor medida, se nos presentan como intérpretes de una larga historia, una historia española. Asimismo, los escenarios y sucesos históricos que sirven de decorado, más bien triste decorado, para las vidas de los personajes de la novela parecen firmes, detallados y bien documentados
La novela aporta muchos matices. Así, puede considerarse que se trata de un homenaje a aquellas personas cuya derrota borró su historia, aunque no su memoria y, no me refiero sólo a la derrota en la contienda civil española, sino también a la derrota que supuso su victoria en la contienda mundial, cuando ésta no tuvo las repercusiones esperadas y su papel en ella fue minimizado. Pero también aporta una visión y reflexión sobre la conducta humana en momentos trascendentales en los que el miedo es el principal compañero de todos. Se nos retrata a los listos oportunistas (porque hasta el más listo se convierte en tonto cuando tiene ante él a alguien más listo), a los cobardes que se esconden hasta que la situación se vuelva favorable, y a aquellos a los que sus ideas siguen dirigiendo sus conductas, hasta el punto de abandonar a sus seres queridos si creen que por ellas éstos están en peligro, porque, como decía Teresa, un hombre sin ideas no es nada. Lo bueno de esta novela es que abarca tantos aspectos de la personalidad de un país, que cada lector puede encontrar distintos matices o mensajes, cuando la interioriza y compara con sus vivencias o conocimientos.
Pese a que la novela es extensa, he echado en falta, hacia el final, alguna reflexión más de Raquel, en primera persona, relativa a los momentos más recientes de su relación con Álvaro. Quizás sea porque Raquel es el personaje que más me cautivó (en parte por la intriga que durante gran parte de la novela despiertan sus intenciones e intereses), o porque me acostumbré a que todos los pasos de esta relación fueran finamente desmenuzados y me faltó la visión final por parte de Raquel.
En cualquier caso, esta novela me ha parecido buenísima y un buen ejercicio para comprender nuestra historia reciente porque, como se suele decir, necesitamos conocer el pasado para entender el presente, conocer lo que fuimos para entender lo que somos. Seguramente me he dejado muchas cosas en el tintero, porque esta novela es muy grande en todos los sentidos.
Por último, teniendo en cuenta el trasfondo de la novela , que ya de por sí puede ser motivo de rechazo para muchos, me gustaría hacer una serie de consideraciones no literarias.
Entiendo que pueda haber gente a la que esta narración le produzca rechazo, por prejuicios de índole política. De hecho, el mensaje que difunde la novela ya lo prevé. Y digo que lo entiendo porque hay gente cuya versión de lo que sucedió puede entrar en contradicción con algunos de los hechos que se cuentan, basados en historias reales, porque prefiera no conocerlos para poder seguir creyendo su versión, sin que su conciencia se vea afectada.
También puede haber quien recrimine a esta narración que sólo se cuenta la historia de un bando y que, en el bando vencedor también hubo mucho sufrimiento, y hablo de bandos teniendo en cuenta que mucha gente estuvo en uno u otro sin convencimiento, sino por azar u obligación. Eso es cierto, en toda guerra hay mucho dolor y sufrimiento para todos, incluso para aquellos a quienes las razones por las cuales se lucha le son ajenas. Sólo se habla del sufrimiento de un bando, el perdedor pero, que sólo se hable de esa parte no convierte en menos verídica la historia y, además, del sufrimiento del bando vencedor ya hablaron otros durante cuarenta años.
Incluso en el bando vencedor hubo perdedores y no porque hubiesen sufrido algún padecimiento o pérdida relevante, sino porque se dieron cuenta de que aquello que habían contribuido a crear tenía poco que ver con los ideales que alimentaron esa lucha, y el libro lo retrata en la persona de Eugenio que simboliza otros nombres reales como se apunta en las notas de la autora. A mi se me vienen otros a la cabeza (supongo que de los que la autora engloba en la oposición moderada), junto con esos ideales fascistas y también laicos, republicanos y anticapitalistas. Pero ya se sabe que los que cuentan con el poder absoluto pueden manejar la realidad y la historia a su antojo y tomar, de su supuesto ideario, sólo aquello que le conviene